viernes, 17 de abril de 2015

Crítica cinematográfica: "El último lobo"


Título: “El último lobo” (Le dernier loup). Coproducción: Francia-China.
Dirección y guión: Jean-Jacques Annaud. (también productor). Basado en la novela de Jiang Rong
Reparto: Shaofeng Feng, Shawn Dou,Ankhayam Rangchaa, Baoyingexige.

El director francés Jean Jacques Annaud, un director especializado en sacar enorme partido a los escenarios naturales, se alía con el gigante asiático y elige en esta ocasión una historia real que inspiró a su autor, Jiang Rong, para escribir una novela que se convirtió en un best seller, con fin de conmovernos como ya hizo en “El Oso” (1988), una de sus obras maestras. Poco antes, Annaud había logrado otro gran éxito mundial adaptando con brillantez “El nombre de la rosa” (1986), la novela homónima del erudito Umberto Eco. Su capacidad para adentrarse en la naturaleza salvaje y en la forma de interactuar con ella de ese animal llamado “humano” y que, sin duda, es el mayor depredador y el ser vivo más despiadado que existe sobre la faz de la tierra para con el resto de especies que la habitan (y también con sus propios semejantes, como también queda reflejado en la historia que se nos narra), es algo que este director ya demostró ampliamente con “En busca del fuego” (1981), otro de sus trabajos destacables.
Annaud, es un director que cuida mucho cada escena, cada plano, para regalar al espectador momentos de gran belleza y hermosura. Es por ello que, dentro de su filmografía, nos obsequia con una película cada tres o, a veces, cinco años. En “El último lobo”, y como ya he dicho, con “El oso” como referente, nos está contando una historia que engloba a su vez varias. Por un lado, el código ético y la inteligencia de los propios lobos de la estepa de Mongolia, respetados por sus habitantes, pues del equilibrio entre humanos y animales depende la supervivencia de ambos ayudándose mutuamente. Por otro lado, la irrupción de la ambición humana a través de otro grupo de individuos ajenos al hábitat y, por tanto, desprovistos de la ética y del respeto al sistema de vida que permitía ese equilibrio, será el desencadenante de toda una serie de acontecimientos dramáticos no deseados.

“El último lobo” es una película estéticamente muy hermosa. Con una espléndida fotografía y una bella partitura del gran compositor James Horner (que siempre se permite esa pequeña broma de repetir un acorde que pueda ser cazado por el cinéfilo en todas sus películas, ese famoso “parabaraaa...”). El lobo es un guerrero (dice uno de los personajes, el mayor y más sabio), y prefiere morir con honor peleando o quitarse la vida antes de ser asesinado de forma deshonesta, sin que pueda defenderse. Tiene ese mismo código de honor de los antiguos samuráis. La relación de amistad entre hombre y lobezno, también tendrá un lugar importante en la historia que Annaud nos narra, y será ésta una de las que más momentos de emoción proporcione al espectador.

Sin ser una obra tan redonda como “El oso”, “El último lobo” nos revela a un maduro Annaud ya con mucho oficio narrativo y de autor a sus espaldas, que como buen francés, se ha convertido a sus setenta y dos años, en un director visual y estéticamente “gourmet”, que sabe componer cada escena de una manera exquisita como cineasta.

Todo el filme va revestido de un aura fantástica y de leyenda que lo entronca además con esa faceta que tanto gusta en el cine asiático (mezclar sus tradiciones y leyendas con lo fantasioso), algo que cineastas como Chin Siu-Tung con su “Una historia china de fantasmas” o Ang Lee con sus “Tigre y dragón” o la más reciente“La vida de Pi”, han sabido hacer tan bien, amén de lograr conjugar esa magia tan especial de oriente con escenas de acción espectacular. Ésto lo hace también Annaud, pero con un estilo más europeo y sin tanta pirueta visual, como gusta a los directores asiáticos para lucimiento de los creadores de efectos especiales.

Sin duda, el cine de este director galo tiene la virtud de no dejar indiferente y de mostrar un buen nivel de calidad. Si bien “El último lobo” carece de la majestuosidad y efectividad narrativa de obras suyas como “Enemigo a las puertas” (trabajo en el que la épica, la acción, y el alarde visual se coordinaban de forma equilibrada para componer una obra maestra dentro de su filmografía), aquellos espectadores que gusten de su peculiar estilo y adoren las películas sobre animales en estado natural y salvaje, no deberán dejar pasar la oportunidad de disfrutar este filme. El cinéfilo que demanda un buen nivel de calidad, tampoco saldrá defraudado. Quizá sea el cinéfilo más exigente y crítico (como es mi caso), por haber seguido su carrera y llevar visto ya mucho cine a sus espaldas, quien habría esperado más de un director que es posible que ya haya tocado techo en su trayectoria. O quizá no...quien sabe.

Gonzalo J. Gonzalvo

Escritor y crítico de cine.

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