Homenaje al Club de jazz "Ragtime" de Zaragoza.
EL
REY DEL RAGTIME
La palabra inglesa “rag”,
significa andrajo, trapo o girón. Parece que su origen (con el
significado de “rag” como viejo o harapiento) se remonta incluso
a antiguas fuentes escocesas e irlandesas.
La expresión “rag-time”, que
luego formó el vocablo “ragtime”,
es sin embargo un tipo de compás musical. Este compás pasó a
denominar una composición musical de característica sincopación de
notas. De ese modo, el “ragtime” nace en el folclore negro
norteamericano. Quizá el nombre escondiera un segundo sentido que
hablase de la pobreza y la carestía de aquellos tiempos (“rag-time”:
tiempo de harapos, tiempo difícil). Lo cierto es que este vocablo
pasó a designar un estilo que forma parte de las raíces del Jazz.
Para situarlo, lo podemos encuadrar en el periodo que va de 1895 a
1922. Durante estos años, tanto en el “Dixieland Jazz” como en
el “New Orleans Jazz”, se formaron y brillaron con luz propia
muchas de las famosas “Ragtime Bands” (como la de Papa Laine´s).
Incluso, parece ser, se pudo crear un marca de pianos con el nombre
de “ragtime”.
Uno
de los mejores exponentes de esta corriente musical reside en la
figura de Scott Joplin
(1868-1917). Dicho
músico se hizo mundialmente conocido cuando, en 1973, la película
“El golpe” (“The Sting”) del director George Roy Hill relanzó
antiguas composiciones de Joplin como: “The entertainer”, “Easy
winners”, “Solace”, “Pine apple rag” o “Rag time dance”.
Los arreglos de Gunther Schuler y la adaptación al piano de Marvin
Hamslich, dieron a los temas de Joplin un brillo y una calidez
extraordinaria, al tiempo que preservaban el estilo y características
de este tipo de música. Es sorprendente que Scott Joplin, que
firmaba como “El Rey del ragtime”, supiese escribir musicalmente
sus composiciones en una época en la que el analfabetismo era una
verdadera lacra entre la gente de color. Considero que esta
aproximación resultará interesante para quienes, no siendo expertos
ni grandes aficionados, tienen interés por la música en general o
se están introduciendo actualmente en el Jazz. A los iniciados, os
animo a redescubrir este estilo y a hacer una revisión de la figura
de Joplin. Seguro que os reporta satisfacciones.
Lo
que muchos no sabrán es que, en el centro de Zaragoza (muy cerca del
Paseo de Mª Agustín y de nuestra Puerta del Carmen), existe un
local con el nombre de ese estilo musical: Ragtime. Podríamos decir
que es un bar, un “pub” o un Jazz
Club, pero su
propietario prefiere definirlo como un gran salón de estar en el que
sólo reina una música: el Jazz. Jesús Laboreo, cuyo único
contacto hostelero había sido su actividad en el bar Bonanza, decide
en 1986 lanzarse a la aventura de abrir un local en solitario. Músico
aficionado (tocaba guitarra acústica y banjo) al Blues y al Jazz,
decide que bautizará a su criatura hostelera (en 1987) con el nombre
de uno de los “padres” del Jazz: El Ragtime. En 1990 (mientras
sigue al timón del local), entra a formar parte de la recién creada
“Pixie and Dixie Band” (banda de estilo “dixieland”)
incorporando su banjo.
De
entre los muchos objetos que pueblan y decoran el establecimiento,
hay algunos que me gustaría destacar: el primero es, sin duda, un
piano HOWARD procedente de Nueva York ( de entre 1910-1920) elegido
por el hermano del dueño. El segundo es ese cuadro grande y azul
pintado por Joaquín Ferrer Millán. La inscripción exterior, con el
nombre de Ragtime, es obra de la pintora Iris Lázaro. Bufandas,
camisetas de rugby, “drip-mats” (o “bar towels”) y las
típicas campanas (“last orders please”), provienen de
Inglaterra. Muchos de los objetos (de distinta procedencia) son
regalos de clientes y amigos. Son muchas las personas conocidas y/o
relevantes (músicos y de otros muchos campos profesionales) que, en
su ya larga travesía, han pasado por el Ragtime. El poder conversar
en buena compañía (algo cada vez más infrecuente en el ocio
nocturno de nuestra ciudad), mientras saboreamos una de sus
excelentes cervezas o licores disfrutando de buen Jazz y de un atento
servicio, son algunas de las claves del éxito del Ragtime: este
buque insignia del blues y el jazz que en el 2007 cumplirá veinte
años de valiente singladura (fecha que merecería celebrarse de
manera especial).
Queridos
amigos y amigas: Si una tarde (o noche) estáis un poco tristes, o
alegres, o solos, o acompañados, y queréis conocer un sitio
diferente, acercaos al “Ragtime”. Atreveos a empujar una de sus
robustas puertas de madera, y entrad: de inmediato, tendréis la
sensación de estar en otra época. El sonido del jazz, en forma de
instrumento o de voz, os envolverá y arropará. Admirad su rotundo
mostrador de madera, sus espejos antiguos, sus anaqueles de
botellería, sus numerosos objetos y fotografías y, como no, su
piano. Ese piano que sueña con las manos de Erroll Garner, Art Tatum
o Thelonius Monk; con los dedos de Bill Evans o de Herbie Hancock.
Luego, elegid una mesa o un taburete, y aproximaos a la barra: una
voz amable os saludará y atenderá vuestros deseos. No dudéis en
pedirle consejo si, antes de elegir, tenéis alguna duda o pregunta.
Cuando ya estéis servidos, y os parezca que la mismísima Diana
Krall os está susurrando al oído, volved la mirada hacia el piano
“Howard”, echad un largo y cadencioso trago, y seguid disfrutando
del “Ragtime”.
GONZALO-JAVIER
GONZALVO
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