miércoles, 11 de diciembre de 2013

Artículo jazz "El rey del Ragtime". Revista cultural Actum

Artículo "El Rey del Ragtime". Publicado en revista cultural Actum.

Homenaje al Club de jazz "Ragtime" de Zaragoza.




EL REY DEL RAGTIME


La palabra inglesa “rag”, significa andrajo, trapo o girón. Parece que su origen (con el significado de “rag” como viejo o harapiento) se remonta incluso a antiguas fuentes escocesas e irlandesas.
La expresión “rag-time”, que luego formó el vocablo “ragtime”, es sin embargo un tipo de compás musical. Este compás pasó a denominar una composición musical de característica sincopación de notas. De ese modo, el “ragtime” nace en el folclore negro norteamericano. Quizá el nombre escondiera un segundo sentido que hablase de la pobreza y la carestía de aquellos tiempos (“rag-time”: tiempo de harapos, tiempo difícil). Lo cierto es que este vocablo pasó a designar un estilo que forma parte de las raíces del Jazz. Para situarlo, lo podemos encuadrar en el periodo que va de 1895 a 1922. Durante estos años, tanto en el “Dixieland Jazz” como en el “New Orleans Jazz”, se formaron y brillaron con luz propia muchas de las famosas “Ragtime Bands” (como la de Papa Laine´s). Incluso, parece ser, se pudo crear un marca de pianos con el nombre de “ragtime”.
Uno de los mejores exponentes de esta corriente musical reside en la figura de Scott Joplin (1868-1917). Dicho músico se hizo mundialmente conocido cuando, en 1973, la película “El golpe” (“The Sting”) del director George Roy Hill relanzó antiguas composiciones de Joplin como: “The entertainer”, “Easy winners”, “Solace”, “Pine apple rag” o “Rag time dance”. Los arreglos de Gunther Schuler y la adaptación al piano de Marvin Hamslich, dieron a los temas de Joplin un brillo y una calidez extraordinaria, al tiempo que preservaban el estilo y características de este tipo de música. Es sorprendente que Scott Joplin, que firmaba como “El Rey del ragtime”, supiese escribir musicalmente sus composiciones en una época en la que el analfabetismo era una verdadera lacra entre la gente de color. Considero que esta aproximación resultará interesante para quienes, no siendo expertos ni grandes aficionados, tienen interés por la música en general o se están introduciendo actualmente en el Jazz. A los iniciados, os animo a redescubrir este estilo y a hacer una revisión de la figura de Joplin. Seguro que os reporta satisfacciones.
Lo que muchos no sabrán es que, en el centro de Zaragoza (muy cerca del Paseo de Mª Agustín y de nuestra Puerta del Carmen), existe un local con el nombre de ese estilo musical: Ragtime. Podríamos decir que es un bar, un “pub” o un Jazz Club, pero su propietario prefiere definirlo como un gran salón de estar en el que sólo reina una música: el Jazz. Jesús Laboreo, cuyo único contacto hostelero había sido su actividad en el bar Bonanza, decide en 1986 lanzarse a la aventura de abrir un local en solitario. Músico aficionado (tocaba guitarra acústica y banjo) al Blues y al Jazz, decide que bautizará a su criatura hostelera (en 1987) con el nombre de uno de los “padres” del Jazz: El Ragtime. En 1990 (mientras sigue al timón del local), entra a formar parte de la recién creada “Pixie and Dixie Band” (banda de estilo “dixieland”) incorporando su banjo.
De entre los muchos objetos que pueblan y decoran el establecimiento, hay algunos que me gustaría destacar: el primero es, sin duda, un piano HOWARD procedente de Nueva York ( de entre 1910-1920) elegido por el hermano del dueño. El segundo es ese cuadro grande y azul pintado por Joaquín Ferrer Millán. La inscripción exterior, con el nombre de Ragtime, es obra de la pintora Iris Lázaro. Bufandas, camisetas de rugby, “drip-mats” (o “bar towels”) y las típicas campanas (“last orders please”), provienen de Inglaterra. Muchos de los objetos (de distinta procedencia) son regalos de clientes y amigos. Son muchas las personas conocidas y/o relevantes (músicos y de otros muchos campos profesionales) que, en su ya larga travesía, han pasado por el Ragtime. El poder conversar en buena compañía (algo cada vez más infrecuente en el ocio nocturno de nuestra ciudad), mientras saboreamos una de sus excelentes cervezas o licores disfrutando de buen Jazz y de un atento servicio, son algunas de las claves del éxito del Ragtime: este buque insignia del blues y el jazz que en el 2007 cumplirá veinte años de valiente singladura (fecha que merecería celebrarse de manera especial).
Queridos amigos y amigas: Si una tarde (o noche) estáis un poco tristes, o alegres, o solos, o acompañados, y queréis conocer un sitio diferente, acercaos al “Ragtime”. Atreveos a empujar una de sus robustas puertas de madera, y entrad: de inmediato, tendréis la sensación de estar en otra época. El sonido del jazz, en forma de instrumento o de voz, os envolverá y arropará. Admirad su rotundo mostrador de madera, sus espejos antiguos, sus anaqueles de botellería, sus numerosos objetos y fotografías y, como no, su piano. Ese piano que sueña con las manos de Erroll Garner, Art Tatum o Thelonius Monk; con los dedos de Bill Evans o de Herbie Hancock. Luego, elegid una mesa o un taburete, y aproximaos a la barra: una voz amable os saludará y atenderá vuestros deseos. No dudéis en pedirle consejo si, antes de elegir, tenéis alguna duda o pregunta. Cuando ya estéis servidos, y os parezca que la mismísima Diana Krall os está susurrando al oído, volved la mirada hacia el piano “Howard”, echad un largo y cadencioso trago, y seguid disfrutando del “Ragtime”.


GONZALO-JAVIER GONZALVO 


No hay comentarios:

Publicar un comentario